A la mayoría de la gente que conozco el cine de Oliveira le resulta pesado, parsimonioso (son famosos sus casi interminables planos fijos) y lentísimo. De sus casi 40 películas (la primera data de 1931) yo he podido ver dos, gracias al Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, una cita a la que casi nunca ha faltado Manoel de Oliveira, que no duda en competir en la sección oficial de la muestra onubense. Vi, y me gustó, El principio de la incertidumbre, en 2002, sobre una familia aristocrática del Oporto rural, de donde es natural el realizador. Y, en 2003, Una película hablada, también interesante, sobre todo por su congregación de estrellas: John Malkovich, Catherine Denueve e Irene Papas. Sea como sea su cine, gusten o no sus películas, resulta admirable el ejemplo de Oliveira, que sigue con sus casi 100 años (aquí en España andamos prejubilando al personal a los 55) desarrollando un más que interesante trabajo intelectual, que no tiene ningún síntoma de agotarse, sino todo lo contrario. "Necesitaría vivir 50 más para poder hacer todos los proyectos que tengo en la cabeza", ha dicho.
lunes, 7 de enero de 2008
Trabajar a los 100
Si ya es admirable y casi milagroso llegar a los cien años de vida, imagínense lo que es alcanzarlos trabajando y en plenas facultades. Es el caso del director de cine portugués Manoel de Oliveira, que este 2008 cumple una más que envidiable centena. El pasado sábado estrenó su último filme, Cristóbal Colón. El enigma, en el que el cineasta luso mantiene la tesis de que el célebre marino no es ni español ni italiano, sino portugués, concretamente de la villa de Cuba, en el Alentejo, a la altura del Andévalo onubense.
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1 comentario:
Hace veintitantos años hubo una pelicula de Manoel de Oliveira en el Iberoamericano, después de varios años sin participar el hombre. Servidor, que creia que el cineasta había pasado ya a mejor vida, tuvo la ocurrencia de decir en una comida con las viejas glorias cinéfilas onubenses: "Anda coño, el Oliveira todavía anda por ahí haciendo películas". Y el personal me miró alucinado (y todos a coro): Y lo que le queda!! En efecto o efectivamente, que viene a ser lo mismo, lo que le quedaba a don Manoel todavía era más de lo que entonces ni Julia, ni Vicente ni el mismo José Luís se podían imaginar. Uno ya sabía que estaba rodando de nuevo, lo que no sabía es que sólo tenía cien años la criatura, uno pensaba que ya los había pasado, como Ayala o la señora esa del Vacie que ha cumplido 116 viviendo en una chabolita bien aireada y con bonitas vistas a la realidad más cruda, la de su propio barrio y la de su propia gente. En fin, tronco, que uno piensa que nosaltres vamos a vivir muchos más, pero que muchos más, me cago en la leche. Por lo menos los 116 uno los firmaba ahora mismito, sobre todo si el diablo me garantiza la força en el canut que es debido a toda persona humana corriente y normal como usted y como io, signore Marine. Un abrazo.
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