martes, 16 de febrero de 2010

Beturia

Del follón de Beturia puede desprenderse una idea clara: la Junta quiere que esta comarca de la provincia de Huelva sea declarada Parque Natural. El PSOE, no. La consejera de Medio Ambiente, Cinta Castillo, y el secretario general de los socialistas onubenses, Mario Jiménez, mantienen una interesante –por insólita– pugna por ver quién se lleva el gato al agua en esta guerra verde. La primera anunció la buena nueva en Fitur, tras lo que empresarios, agricultores y propietarios comenzaron a jurar en arameo, a pesar de lo cual nadie de la Junta dijo esta boca es mía, ni para un lado ni para su contrario. Mario Jiménez, por contra, afirmó muy serio que la conversión de Beturia en Parque Natural «no estaba en la agenda de los próximos años». Al día siguiente, Cinta Castillo, tras culpar a una agencia de prensa de haber montado el lío de montepío –¡ah!, los viejos trucos nunca mueren– dijo que sí, que la declaración «sí está en la agenda» de la Junta. ¿Dónde está el error, pues, si, efectivamente, el asunto marcha? El error está, mismamente, en la falta de seriedad de un anuncio y un proyecto que requieren del máximo consenso. Y está, además, en no haber reparado en una pregunta esencial: ¿Es necesario? El 30 por ciento de la provincia de Huelva se encuentra protegido, un dato que la convierte en la más verde de toda Andalucía en términos relativos –si comparamos sin más, Jaén está a la cabeza–. De las nueve Reservas de la Biosfera que hermosean Andalucía, tres están en Huelva (Doñana, Marismas del Odiel y la Sierra de Aracena). Convendría, entonces, que nos sentáramos a estudiar pormenorizadamente los beneficios que traerá para la comarca de Beturia la declaración de Parque Natural y que estudiáramos con los afectados los pros y los contras. Y, sobre todo, convendría que algunos fueran consecuentes y no apoyaran proyectos tan insostenibles como el oleoducto a la par que convierten la provincia en un parque temático a fuerza de aumentar su superficie protegida sin ton ni son. A lo mejor era eso lo que quería decir Mario Jiménez y le salió lo de la agenda. A lo mejor...

Publicado en El Mundo Huelva Noticias el 16 de febrero de 2010.

martes, 9 de febrero de 2010

Mercado

El viejo mercado del Carmen ya es pasado. Muchos se alegran, otros lo lamentan, a los más les provoca pura indiferencia, que es el sentimiento que suele ganar por goleada en todo debate popular. No creo que abandonar y demoler el viejo edificio sea una buena noticia para una ciudad que, de siempre, ha demostrado tener muy poco respeto por su historia –ahí está mismamente el entorno de La Rábida, hecho unos zorros–. En Huelva nos pasamos la vida loando y ensalzando las viejas cosas que ya no existen. Sería una muy gozosa novedad que un día, además de recordarlas en nuestra imaginación, podamos también palparlas y sentirlas. Este bucle ha vuelto a pasar por delante de nuestras narices en las recientes fiestas de San Sebastián, acertadamente encaminadas a resaltar nuestra identidad, pero en las que siempre se vindica el viejo barrio que ya no existe, las viejas tabernas que ya no existen, las viejas tiendas que ya no existen y a los viejos personajes que ya no existen. Desde el pasado sábado habrá que añadir a la lista el antiguo mercado y su barrio, que hace tiempo que sólo son ruinas sobre el tiempo. Cuando no exista del todo, comenzaremos de veras a echarlo de menos. Que el derribo del edificio no sea una buena noticia no quiere decir que tampoco lo sea el hecho feliz de que hayamos ganado un nuevo mercado extraordinario, con modernas y cómodas instalaciones que nos harán la vida más fácil. Siempre me he preguntado si no hubiera sido una solución más acertada haber hecho un trabajo de restauración y adecuación integral del edificio histórico, durante el cual bien podría haberse instalado un mercado provisional, como se ha hecho en otras ciudades andaluzas. El Ayuntamiento y los comerciantes, que son los que tienen que trabajar allí todos los días, acordaron que lo más conveniente era construir un nuevo edificio. No discuto tal decisión. Tan sólo lamento que ensalzar nuestra identidad se haya convertido ya en un puro ejercicio de imaginación y recuerdo.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 9 de febrero de 2010.

martes, 2 de febrero de 2010

A priori

Los ecologistas vuelven a centrar sus denuncias en Doñana. Un tema recurrente, pero cierto. Las extracciones ilegales de agua y el proyecto de oleoducto la amenazan gravemente. El telediario de TVE-1 –impoluta Ana Blanco– se hace eco y afirma –mismamente ayer– que una tubería de petróleo «atravesará» el Parque Nacional. Pego un brinco del sillón. El demasiado celo en vender la noticia le pudo a la verdad: habría que decir que «bordeará» o que «pasará muy cerca» del espacio protegido, lo cual no significa que deje de ser peligroso o que el asunto no entrañe riesgos ciertos. El sabio Ginés Morata ha dicho que oponerse al oleoducto no es una cuestión de purismo ambiental, sino de sentido común. Ya se sabe que al biólogo, Premio Príncipe de Asturias, le han largado de la presidencia del Consejo de Participación de Doñana. Asegura que no ha recibido explicación alguna y que espera que su cese no obedezca a su rechazo a la tubería. En su lugar han puesto al ex presidente Felipe González, que de Doñana sabe un rato por andaluz y por presidente que usaba ese espacio mítico para sus cosas de presidente. El asunto es que la Junta ha despejado el camino de moscas cojoneras, en este caso un enorme moscón avalado por una impecable y brillante carrera científica. La pregunta que convendría hacerse es quién sale perdiendo con el cambio. Perdemos a un hombre de ciencia y ganamos a un animal político. ¿El oleoducto es político? ¿Lo es la Huelva-Cádiz? ¿Lo son los puentes a Punta? Obviamente. El primer proyecto viene avalado por un empresario extremeño afín al Gobierno. El segundo lo pide el PP. El tercero, promovido por la Junta, atravesará –este sí– una Reserva de la Biosfera. El patronato de tal reserva, gestionada por la Junta, ya ha dicho que serán «muy respetuosos» con el entorno, a pesar de que, según propia confesión, Marismas del Odiel todavía no conoce el nuevo proyecto. Convendría aplicar este apriorismo a todo lo que, objetivamente, sea beneficioso para la provincia. Pero me temo que, a estas alturas, eso es pedir demasiado.

Publicado en El Mundo Huelva Noticias el 2 de febrero de 2010.