martes, 27 de mayo de 2008

Pedro y el lobo

En apenas cuatro días, la televisión ha mostrado una docena de veces a Pedro Rodríguez sentando entre Carlos Fabra –ese oscuro alcalde levantino de oscuras gafas– y Mariano Rajoy, el proscrito, el apestado. Visto el negro nubarrón que se ha instalado sobre el PP, no sé qué es peor, que te vean al lado de Fabra y su ristra de escándalos a cuestas o al de Rajoy, pero el caso es que allí estaba el alcalde de Huelva, arrimado al líder de papel, con un par de centenares de militantes y simpatizantes bajo sus pies protagonizando una surrealista e inclasificable manifestación en plan Saturno devorando a su hijo pero al revés y con más mala leche. Hoy por hoy es cosa seria y arriesgada que te vean por ahí con el gallego, pero si algo le queda a Rajoy son sus barones regionales y sus alcaldes de toda la vida, que casi nunca le han fallado. Ni unos ni otros habían criticado nada de la actual dirección hasta las 22.00 horas de ayer ni tampoco estaba previsto que lo hicieran. Pero quede reflejado el dato porque si escribir en un periódico tiene el tremendo riesgo de que puedes verte arrasado por la actualidad, más lo tiene hacerlo de la crisis del PP, en la que a cada segundo aparece un nuevo elefante arrasando la cacharrería de la calle Génova. Sea como fuere, el pasado viernes Pedro Rodríguez se fue a Madrid a responder a la llamada de Rajoy y se colocó o lo colocaron a su lado. La imagen, ya digo, es ya recurso habitual cada vez que los telediarios hablan del terremoto popular, que es siempre. Por una sencilla razón: es la única que hay por ahí en la que Rajoy aparece con alguien que le quiere como líder. Las malas lenguas populares, que abundan en estos días de ira, se preguntan que cómo estará el PP para que Rajoy ponga a su lado a Fabra y a Rodríguez. Al margen de lo odioso de la comparación, resulta extraño que no se entienda el hecho de que el regidor onubense no ha hecho otra cosa que responder con cierta cortesía a una petición de ayuda hecha por el que todavía es el jefe del PP, porque su preocupación no debe ser ni mucho menos ésa, sino la ciudad que gobierna. Los vientos que soplan no invitan precisamente a significarse por Rajoy, y menos si no te juegas nada en el envite. Lo que pasará en unos días, con todo, es lo inevitable: la presentación de una candidatura alternativa. Carece de sentido que no se haga. Luego vendrán los congresos regionales y locales, que serán más tranquilos, con el PP a buen seguro de nuevo pacificado. Lo que haga Rodríguez en el de su competencia es un asunto que sólo depende de él, valga la obviedad y la lógica aplastante. Es probable que el gesto de dejarse ver con el todavía líder del PP sea un guiño al continuismo. O no, que diría Mariano.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 27 de mayo de 2008.

martes, 20 de mayo de 2008

Los ojos abiertos

Quiso el destino y la guerra que el umbrío futuro de Miguel Hernández (1910-1942) comenzara a escribirse en Huelva. En la cárcel de Rosal de la Frontera inició su trágico periplo de prisiones y penales este poeta-pastor-miliciano que encarna como nadie el sentimiento trágico español. Ahora, cuando se va acercando ya el centenario de su nacimiento, unos cuantos van a rendirle homenaje este fin de semana en los mismos lugares donde comenzó a rondarle la muerte. Al frente de ellos se ha puesto otro poeta, Augusto Thassio, que ha conseguido que el reconocimiento que se celebrará en Rosal y Cortegana sea digno de tal nombre gracias a la presencia de la nuera y la nieta del autor de El hombre acecha, Lucía Izquierdo y María José Hernández. Podría decirse que con este hermoso acto los círculos empiezan a cerrarse, pero esto es algo que implica un cierto sentimiento de justicia y el caso de Miguel Hernández es lo más lejano a la justicia que pueda imaginarse. Este «genial epígono del la generación del 27», como le definió Dámaso Alonso, acabó sus días literalmente comido por el tifus y la tuberculosis perfectamente sabedor de su suerte y mucho más de la de su mujer y su hijo, que vivían en la indigencia en su Orihuela natal. Ya antes había perdido a otro hijo, a quien dedicó el impresionante Hijo de la luz y de la sombra; a su segundo están dedicadas las famosísimas Nanas de la cebolla, único alimento de su esposa en aquellos días infaustos. Aunque la justicia ya no puede llegar, el homenaje tiene la dignidad de lo hermoso. Los pueblos vecinos de Portugal relacionados con la suerte del poeta –Vila Verde de Ficalho, Santo Aleixo y Moura– también participarán en unos actos en los que, claro, estarán muy presentes las circunstancias de su detención, que son éstas: con el ejército republicano en desbandada, intenta huir a Portugal por Aroche. En Santo Aleixo lo acoge una familia. Luego pasa a Moura, donde al intentar empeñar el reloj que Aleixandre le había regalado el día de su boda es denunciado por el dueño del comercio. La policía de Salazar lo devuelve a las nuevas autoridades españolas. Comenzó entonces el calvario del poeta del sufrimiento. Un reguero de cárceles (Rosal, Sevilla, Torrijos, Madrid, Palencia, Ocaña y Alicante) acabó con la vida de a quien tanto gustaba cantarla. En los muros de su último penal dejó escrito un ruego: «Despedidme del sol y de los trigos». Él, que quiso ser el hortelano de la tierra que abonaban los cadáveres de sus amigos muertos, se despidió del mundo con los ojos abiertos. No pudieron cerrárselos. Aleixandre fijo ese momento en un poema. Al final de esta semana, en la Sierra de Huelva, Miguel Hernández estará menos muerto, porque la muerte nunca atrapa del todo a quien no se olvida.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 20 de mayo de 2008.

martes, 13 de mayo de 2008

Laicismo con vara

Laicismo y Estado son dos términos que nunca deberían separarse. Un país moderno deja de ser tal en tanto en cuanto su laicidad se vea mermada y reducida. Avanzar, por tanto, en su consecución, ahondar en un hecho tan básico y sustancial como que la nación ha de ser totalmente ajena (que no indiferente) a la religión, es una obligación moral de todo gobierno democrático que se precie. Andar mezclando –a estas alturas– las churras de la religión y las merinas de la política es un sinsentido anacrónico plagado de injusticias. Nuestro Gobierno, aunque a algunos les pueda parecer lo contrario, ha hecho muy poco –por no decir nada– para avanzar hacia la laicidad. La imagen de un ZP comecuras y quemaiglesias no creo que se corresponda en absoluto con la realidad. Nada ha hecho en lo fundamental, esto es: revisar los acuerdos entre España y el Vaticano que regulan las relaciones del Estado con la religión católica, de los que ésta sale ampliamente beneficiada. Inconstitucionalmente, según algunos expertos. En ese problemático asunto –contra lo que pudiera parecer, repito– el Gobierno no ha avanzado nada. Incluso podría decirse que ha retrocedido, como bien ha apuntado un teólogo no sospechoso precisamente por ser antiZP, Juan José Tamayo, de la Asociación Juan XXIII. Se ha ido para atrás porque no se ha avanzado en reformas sociales por temor a molestar a la Iglesia. La eutanasia y el aborto, afrontados con valentía (esto es, la primera regulada y el segundo con una ley de plazos) siguen siendo asignaturas pendientes de la supuesta radicalidad izquierdista del Gobierno. Con todo, es de aplaudir que en esta nueva legislatura se quiera avanzar en la necesaria laicidad del Estado con la intención del Ejecutivo de reformar la Ley Orgánica de Libertad Religiosa. Pero, visto lo hecho en los cuatro años anteriores, el anuncio es poco creíble. Y todavía lo es más observando la actitud de muchos dirigentes precisamente socialistas, quienes en el ejercicio de su privacidad pueden actuar (faltaría más) como les dicte su conciencia, pero no así en el de su cargo. Es complicado avanzar hacia la laicidad cuando se pregona una cosa y se hace exactamente su contraria. Los actos religiosos de la provincia de Huelva son un buen ejemplo de ello. Ahí estaban el pasado sábado, sin ir más lejos, Petronila Guerrero y Cinta Castillo, presidenta de la Diputación y consejara de Medio Ambiente, respectivamente, recibiendo vara en mano a las hermandades rocieras en la puerta de la ermita. O Manuela Parralo y sus ediles del PSOE acompañando al cortejo del Santo Entierro la pasada Semana Santa (no estaba Pedro Jiménez, de IU). Nunca alcanzaremos la laicidad si el pescar votos vence con mucho a las ganas reales de lograrla.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 13 de mayo de 2008.

jueves, 8 de mayo de 2008

Palabras proscritas

Crisis es una palabra maldita en España, casi proscrita. Sólo para el Gobierno, claro, porque es término de moda y causa ya furor en los ascensores, donde empieza a ganar la batalla a la meteorología y a lo mal que está la juventud. El ministro Solbes es ya un experto en buscar eufemismos, giros que nombren a la crisis sin nombrarla, que intenten suavizarla. Está batiendo marcas. Esto es, que no hay crisis, sino:
  1. "Periodo bajista del ciclo"
  2. "Desaceleración económica"
  3. "Bache cíclico"
  4. "Efecto arrastre del ajuste del mercado de la construcción"

Hace unas semanas ocurrió algo similar con otra palabra, también proscrita: trasvase, en relación a la aportación de agua del Ebro a Cataluña. El Gobierno dio unos rodeos espectaculares:

  1. "Aportación puntual de agua"
  2. "Interconexión puntual de cuencas hídricas"
  3. "Captación de excedentes de regadíos"
  4. "Utilización de sobrantes de agua"

martes, 6 de mayo de 2008

Luis Cernuda, un verano onubense

En 1931, aguijoneado ya por la conciencia social y política, el poeta sevillano Luis Cernuda –para muchos, el más alto exponente de la Generación del 27– se embarca en uno de los proyectos más apasionantes de la II República, las Misiones Pedagógicas, una iniciativa educativa que recorre España llevando la cultura a los lugares más recónditos del país. En uno de sus viajes, en julio y agosto de 1934, el autor de La realidad y el deseo llega a la provincia de Huelva para explicar por los pueblos los cuadros más relevantes del Museo del Prado.
Una nueva biografía del poeta, Luis Cernuda. Años españoles (Tusquets), con la que el escritor e investigador Antonio Rivero Taravillo acaba de ganar el Premio Comillas, aporta nuevos datos sobre una visita que acabó inspirando y en la que escribió uno de sus poemas más hermosos y conocidos, A un muchacho andaluz, en el que Cernuda (Sevilla, 1902-México D.F., 1963) idealiza el encuentro que tuvo con un grupo de jóvenes en el Conquero: «Te hubiera dado el mundo, / muchacho que surgiste / al caer de la luz por tu Conquero, / tras la colina ocre, / entre pinos antiguos de perenne alegría».
Durante su estancia en la provincia, Cernuda visitó Aracena, Calañas, Ayamonte, Isla Cristina, Punta Umbría, La Palma del Condado y Moguer, además de la capital, a la que acudió a visitar a su amigo Adriano del Valle, poeta ultraísta fundador junto a Rogelio Buendía y Fernando Villalón de la revista onubense de vanguardias Papel de Aleluyas.


Luis Cernuda, en el verano 1934 en el Puerto de Huelva, fotografiado por José Caballero.

A todos estos pueblos acude Cernuda como parte integrante del Museo del Pueblo de las Misiones Pedagógicas, una pequeña pinacoteca ambulante formada por copias de cuadros famosos del Prado, hechas por jóvenes pintores como Ramón Gaya, Juan Bonafé y Eduardo Vicente. Mientras otros miembros de las Misiones se encargan de transportar y colocar la exposición itinerante, Cernuda comenta los cuadros a los lugareños que se acercan interesados.
Así lo hizo del 15 al 20 de julio en Aracena, pueblo que el autor de Ocnos define como «quieto y blanco como un fantasma de mediodía». Allí sucede una pequeña anécdota: el camión que transporta los cuadros pincha una rueda, por lo que no resulta difícil imaginar a Cernuda «encogiéndose de hombros, meter las manos en los bolsillos y silbar, tan deseoso de colaborar como aquella vez que se fundieron los plomos en el piso de los Altolaguirre», explica Rivero Taravillo. En Aracena, Cernuda se reencuentra con su viejo amigo Carlos García Fernández, antiguo colaborador de Mediodía y de Papel de Aleluyas, que veraneaba en la localidad serrana. Éste asegura que el poeta sevillano presenta una importante novedad, su pasión política.
Rivero Taravillo explica que su viaje a Huelva con las Misiones Pedagógicas le sirvió para hacer una breve visita a Sevilla, su ciudad natal, a la que no iba desde 1928, profundamente desengañado con ella. «A quién viese o qué hiciese en ese breve regreso a Sevilla son cuestiones que aún hoy constituyen una enigma, aunque hemos de suponer que visitó a su hermana Amparo», dice el autor de la biografía, quien asegura que la participación tan activa de Cernuda en las Misiones Pedagógicas le sirvió para acrecentar su conciencia social, ya que pudo comprobar de cerca el retraso social y cultural en el que vivía inmerso gran parte del país.


Fotografía captada por Cernuda camino de Aracena a Calañas en julio de 1934.


El periplo onubense de Cernuda continúa en Calañas del 22 al 27 de julio. De ahí, siempre con el Museo del Pueblo, viaja a Ayamonte, localidad en la que estará con el grupo de las Misiones hasta el 3 de agosto. Antes, Rivero Taravillo cuenta que el 1 de agosto había visitado Isla Cristina para bañarse en sus playas. En ellas «comprueba con alborozo cómo el agua lo sostiene boca abajo por primera vez, saca fotos y rema en barca con unos niños pescadores».

Huelva inglesa y colonial

Durante su estancia en la provincia, Cernuda visitó en la capital a José Caballero, quien lo fotografió en la playa y en el puerto, y a su gran amigo Adriano del Valle, con quien merendó mientras el autobús de las Misiones se iba a Moguer con Arturo Serrano Plaja. Rivero Taravillo cuenta que Cernuda prefirió pasar la tarde con sus viejos amigos y, según testimonio de Del Valle, lo hizo «como de costumbre, silenciosamente. Observador callado, meditativo, correcto, ensimismado poblador aéreo de su secreta nube».
A José Caballero –apunta Rivero Taravillo– lo conocía Cernuda de Madrid, donde el pintor onubense había hecho los decorados de La historia del soldado, que el poeta sevillano había traducido. Además, Caballero ya había hecho amistad con Lorca, con quien hizo una escandalosa exposición precisamente en el Ateneo de Huelva en 1932 y con quien se había unido a La Barraca, el teatro ambulante capitaneado por el granadino.
«A última hora de la tarde, el autobús procedente de Moguer recogió a Cernuda, y antes de partir éste dejó escrito de su puño y letra el poema El mar es un olvido, compuesto justo dos años antes, ahora con la dedicatoria: ‘A Adriano del Valle, con una amistad ya antigua, de su amigo. Luis Cernuda. Agosto de 1934’», escribe Rivero Taravillo. Del Valle recuerda a Cernuda exquisito y dandi en aquella Huelva "inglesa y casi colonial".
Cernuda visita también Punta Umbría, donde retrata de nuevo a niños, esta vez jugando con sus aros, y continúa con las Misiones enseñando los cuadros del Museo del Prado hasta la Palma del Condado y Moguer. El autor de la biografía sostiene que estos días onubenses fueron fértiles para su obra poética, pues en ellos nacen «muchos de los poemas de su siguiente colección», Invocaciones a las gracias del mundo. Fueron también días de descubrimientos y emociones.

El misterio del muchacho del Conquero

El célebre muchacho del Conquero a quien Cernuda dedicara su famoso poema sigue siendo hoy un enigma. «Es un misterio quién fue», reconoce Antonio Rivero Taravillo. Sólo se sabe lo que el propio poeta sevillano contó o quiso contar sobre un episodio que propició la hermosa composición. Lo hizo en una postal –recientemente editada por primera vez– enviada desde Huelva el 14 de agosto de 1934 al editor malagueño Bernabé Fernández-Canivell, en la que le cuenta: «Aquí llegué sin conocer a nadie. Mas el retrato de la Antología ha hecho que me reconozcan unos muchachos y buscasen mi amistad. ¿Puede pedirse más a la poesía?».
Si alguno de esos muchachos de los que habla Cernuda fue el inspirador del famoso poema es todavía hoy un enigma, aunque bien es cierto que su Antología tuvo un éxito muy notable y pudieron reconocerle por la fotografía que aparecía en ella. El caso es que el 22 de agosto de 1934, ocho días después de esa postal, fecha en Huelva A un muchacho andaluz.


Niños pescadores de Isla Cristina fotografiados por Cernuda el 1 de agosto de 1934.

«No hay que ser muy sagaz para entrever que el inspirador del poema tal vez sea uno de aquellos muchachos onubenses que se le acercaron y con los que hablaría de poesía», explica Rivero Taravillo, quien, con todo, piensa que no hay que creerlo a pies juntillas, ya que en la misma postal advertía de que no conocía a nadie en Huelva cuando en realidad estuvo con sus viejos amigos Adriano del Valle y José Caballero.
El poema, tan conocido en su comienzo, concluye de una manera también muy hermosa. «Y entonces, / con sus luces el violento Atlántico, / tantas dunas profusas, tu Conquero nativo /, estaban en mí mismo dichos en tu figura, / divina ya para mi afán con ellos, / porque nunca he querido dioses crucificados, / tristes dioses que insultan / esa tierra ardorosa que te hizo y te hace».

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 6 de mayo de 2008