jueves, 19 de junio de 2008

El cementerio inglés de Riotinto agoniza

La necrópolis, propiedad de la comisión liquidadora de la mina, sufre vandalismo y abandono

«...Se deja atrás el cementerio protestante, bien cuidado, cubierto de sepulcros por la santa placidez del mármol y en nada parecido a la miseria de la necrópolis católica». La hermosa descripción que sobre el camposanto inglés de Riotinto dejara escrita Concha Espina en su novela El metal de los muertos (1920) es ya pura ciencia ficción. Tanta, que se han invertido los términos al completo. La destrucción y la miseria están hoy en el cementerio británico. Y aquella santa placidez, en el católico.
El tiempo, el vandalismo y sobre todo, el abandono de la minería en la zona –con el legado británico perdido en un mar de propietarios y juzgados–, han provocado que lo que en un tiempo fuera un entrañable y exótico lugar para el recuerdo de los protestantes fallecidos en la zona sea hoy casi el escenario de una batalla: tumbas profanadas, lápidas partidas y saqueadas y crecimiento descontrolado de la flora.

El cementerio, creado a finales del siglo XIX (su primera referencia aparece en 1878) por la colonia inglesa que compró las minas de Riotinto, está ahora en un limbo judicial que ha provocado su total abandono, lo que ha propiciado la proliferación de actos vandálicos y las consiguientes quejas de personas que tienen a familiares enterrados allí. Se pierde, además, un indudable punto de atractivo turístico, una actividad con la que se pretende reactivar la degradada Cuenca Minera de la provincia.
En concreto, la necrópolis protestante –con 47 tumbas, según los datos del investigador José Alberto Fernández Rentero– es en la actualidad propiedad de la comisión liquidadora que la Justicia creó para la correcta venta de las propiedades de las Minas de Riotinto tras su quiebra. Pero han pasado los años y muy pocos se han acordado del correcto mantenimiento de un camposanto en el que están enterrados personajes tan importantes como el último general manager de la Riotinto Company Limited, Charles Robert Julian, encargado de cederla a manos españolas; el prestigioso doctor Robert Russel Ross, que llevó hasta la localidad los avances médicos más destacados que se estaban implantando a principios del siglo XX en el Reino Unido.
Con todo, la intención del Ayuntamiento de la localidad es la de hacerse con la propiedad del cementerio inglés para restaurarlo y poder hacerlo incluso visitable. La presencia inglesa, una de las señas de identidad de Minas de Riotinto, cobraría un nuevo valor. Es lo que piensa el concejal de Turismo, Pedro Gallego, quien explica que el Consistorio está en negociaciones con la comisión liquidadora para que el Ayuntamiento pueda hacerse con al titularidad de la necrópolis. «Es fundamental para poder pedir cualquier tipo de subvención para arreglarlo», argumenta. Esta misma operación se está haciendo también con Endesa, propietaria de la hermosa capilla anglicana del barrio de Bellavista, donde vivía el staff de la todopoderosa Compañía en sus casas de estilo victoriano.

El Ayuntamiento de Minas de Riotinto entiende que, aunque la propiedad real no les corresponde, la «moral» es de los «vecinos del pueblo», en palabras de Gallego, quien entiende que «no puede consentirse más» el estado en el que se encuentra un lugar que puede ser «clave» para el fomento turístico de la zona, al margen del daño sentimental que se está provocando en aquellas personas con familiares allí enterrados.
Más allá de las tumbas, el cementerio –pegado a Bellavista– ha perdido ya la espectacular reja que lo protegía y cerraba, una cancela de forja de dos hojas terminadas en puntas de lanza, obra del arquitecto jefe de la Compañía, el «prolijo» Alan Brace, como explica Fernández Rentero, quien están realizando un interesante trabajo de investigación acerca de un camposanto cuya arquitectura él define como «poco victoriana, pero muy del gusto inglés, con sus graníticas cruces celtas con intrincados diseños de lacería propia de la novela gótica tan descontextualizados en este luminoso enclave del suroeste español».
Las sobrecogedoras tumbas de los niños ingleses que fallecían (una minoría en comparación con los españoles) también han sufrido el vandalismo y el abandono. Enterrados con lápidas en forma de corazón, han perdido los trozos de piedras blancas o las conchas que, en señal de pureza, rodeaban las tumbas. Nada se ha respetado en este abandono de un patrimonio histórico tan valioso como peculiar.



Ingleses, escoceses, alemanes y españoles convertidos
El cementerio inglés de Riotinto encierra historias que hablan a las claras de las peculiaridades de una época, la de la presencia británica en las minas, en la que todo estaba por descubrir en un país tremendamente atrasado. José Alberto Fernández Rentero se detiene en su investigación en el caso de los españoles que se convirtieron al protestantismo enterrados en la necrópolis del barrio de Bellavista.
«La existencia de españoles en un cementerio protestante resulta, cuanto menos, curiosa si atendemos a las características sociopolíticas y religiosas del momento y del papel preponderante del catolicismo en aquella España inculta y atrasada», explica
Fernández Rentero recuerda que es David Avery en su famoso trabajo sobre la historia de estas minas, Nunca en el cumpleaños de la Reina Victoria (1974), quien estudia un fenómeno que en iotinto tuvo un origen «igualmente curioso», ya que la construcción de la iglesia anglicana, así como el ceremonial que utilizaba el credo protestante parece que actuaron como un captador inicial, una atracción mezcla de novedad, curiosidad y esnobismo». Este investigador cree que en los conversos españoles había también una «animadversión al catolicismo más rancio de la época y un sutil deseo de aperturismo».
De hecho, aunque la Compañía inicialmente fuera abierta a las conversiones nativas, se fue mostrando gradualmente reacia a ellas. El motivo que explica Fernández Rentero parece lógico: evitar tener con las autoridades locales, sobre todo con la Iglesia, un «auténtico conflicto diplomático de hondas repercusiones políticas».
Según consta en los archivos de la Compañía, consultados por Fernández Rentero, se localizan en el cementerio inglés a fecha de 1954 47 sepulturas, repartidas entre fallecidos de diferentes nacionalidades: ingleses, escoceses, alemanes y los referidos españoles convertido al protestantismo. El archivo ofrece también información sobre su localización exacta, los nombres de sus ocupantes, e incluso el tamaño normativo que se establece para el enterramiento medio.
Entre todas ellas destaca por la importancia del personaje la del médico Robert Russel Ross, jefe del departamento médico y del hospital minero de la Compañía. Sus esfuerzos en planes preventivos para controlar enfermedades infecciosas comunes en la zona como el paludismo, la viruela o la malaria le llevaron a ser nombrado Hijo Predilecto de Riotinto en 1921. Además, recibió la visita de Santiago Ramón y Cajal para ver el pionero equipo de Rayos-X que había instalado en el hospital.
La descripción que hace Avery del cementerio es ya también historia: «Un pequeño jardín, cerrado alrededor con altas paredes cubiertas de plantas, lleno de floridos arbustos... un lugar de melancólica belleza».
Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 19 de junio de 2008. (Imágenes: José Alberto Fernández Rentero).

4 comentarios:

Juan Duque Oliva dijo...

Es una pena que se destroce para tener que rehabilitar ¿no es más fácil y económico solucionar los problemas legales y mantenerlo en buen estado que llegar a esto?

Anónimo dijo...

Desgraciadamente ocurre lo mismo con el cementerio británico en Huelva. Cedido a una iglesia episcopal, que en su momento tuvo sede en Huelva, pero que ahora está ubicada en Madrid. Posee incluso todo el archivo de este cementerio. Algunos de esos enterramientos estuvieron primero en el cementerio británico de San Sebastián(actualmente desaparecido), pero se fueron trasladando progresivamente hasta los años 50 del siglo pasado. Ocurre lo mismo, problemas legales, sentimientos de familiares que aún tienen a sus familiares allí. Espero que en ambos casos no crezca mucho más la hiedra.

Anónimo dijo...

Perdón por la demora en el comentario, pero el de Huelva no está en mejor estado. De hecho, después de que el Excmo Ayto de Huelva renegase a su tutela y titularidad, gracias a la cortesía de la Corona Británica, por silencio administrativo (verídico), una iglesia anglicana es la actual propietaria de dicho "basurero" de huesos. Y como no podía ser de otra manera, la iglesia referida, como la de otras tantas vertientes religiosas, pide, recibe, y no gasta. Así está, que en su fachada se observan todavía los agujeros que provocaron las balas de los verdugos que fusilaban sin piedad en la guerra y postguerra española.

Anónimo dijo...

Segunda parte:

Para el colmo, hace unos meses falleció en Huelva D. Andrés Weickert, conocido como "el dueño de la Mercedes (Benz)", que hasta el final de sus días ha sido el máximo defensor de la conservación del cementerio inglés de la ciudad de Huelva. Para el colmo, la explanada de la puerta sirve que los jóvenes se apareen en sus coches. Lamentable.