¿Tiene defensa el diablo? El sistema judicial –cuya pudredumbre lleva oliéndose desde tiempos bíblicos y que ahora ha explotado otra vez– dice que sí. Y así debe ser, por supuesto, por más que algunos se empeñen ahora en buscar atajos populistas (pena de muerte, cadena perpetua) para pescar en el río revuelto de una Justicia que no funciona ni mucho menos como debiera. La canción triste de Mari Luz tiene ya ecos de letanía lejana, de vieja queja reiterada que ha terminado en una jauría de gritos y confusión, en un bramido general de indignación y perplejidad ante un clamoroso error que permitió que estuviera en la calle una suerte de alimaña que debería haber estado en una madriguera enrejada desde hace mucho tiempo. El caso Mari Luz ha terminado por reventar una estructura que lleva años tambaleándose. Rara es la persona o administración pública que no ha dado ya su parecer sobre el asunto, empezando por el presidente del Gobierno y terminando –es un decir– por el ujier de los juzgados en los que el magistrado Tirado se olvidó de apretar el botón, algo que él niega rotundamente y que la Consejería de Justicia afirma sin posibilidad alguna de duda, lo que añade mayor patetismo al asunto. Al caso, ciertamente, no le falta ningún ingrediente, ni siquiera el de la confrontación política. Aunque estos días he echado de menos por Huelva a alguien que, deseoso de notoriedad, defienda al diablo. Porque, como queda dicho, el diablo tiene derecho a defensa. En eso es experto el letrado Javier Saavedra, cuyas gafas redondas y su sombrero extraño no dudan en personarse allá donde esté asegurado una buena repercusión mediática, como aquí ocurre. Lo hizo en Málaga en el caso Wanninkhof, en el que fue el abogado de Tony King, otra alimaña de la misma jaez que el asesino de Mari Luz. Por ahora, Santiago del Valle tiene que conformarse con un abogado de oficio, de nombre más pedestre, Juan López. Otro letrado de fuerte presencia mediática, Marcos García-Montes (casos Urquijo, Rafi Escobedo, Rumasa, Juan Guerra, Filesa, Roldán, o el propio Wanninkhof, entre otros muchos) ya se ofreció ayer a los padres de la niña a través de la Asociación Nacional Gitana Yerbabuena. Eso de ofrecerse está feo, porque el asunto adquiere aire de mercado persa y se tiene la sensación que lo que realmente se quiere es sacar tajada televisiva. Por ahora, nadie se ha ofrecido a defender al diablo. Y nadie lo ha hecho sencillamente porque nadie se atreve, visto el clima de violencia que se vive. Del Valle es ya un apestado al que nadie se acercará por miedo a contagiarse. Por mucha defensa que tenga el diablo.
Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 1 de abril de 2008
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