Me sumo a los homenajes musicales iniciados por Monca Encendido trayendo hasta aquí el humo del veguero de Compay Segundo, que esta semana habría cumplido 100 años si no hubiera tenido la mala ocurrencia de morirse. No llegó a los 116 de su abuela como era su deseo, pero es como si hubiera vivido 200, de todas las cosas que hizo. Me llaman la atención estos viejos genios cubanos que alcanzan la fama cuando son ya octogenarios. Le pasó a Compay, cuando se le comenzó a conocer gracias al gran éxito del disco Buena Vista Social Club; y también a Bebo Valdés, con el Lágrimas negras de Fernando Trueba. Antes, sólo había sido un pianista de hoteles en Suecia, que ya está lejos y frío para un cubano.
De Compay, el rey del son, permanecen mil canciones, de las que me quedo con Chan Chan. De ella dijo él mismo: "Yo no compuse Chan Chan; la soñé. Sueño con la música. A veces me despierto con una melodía en la cabeza, oigo los instrumentos, todo muy clarito. Me asomo al balcón y no veo a nadie, pero la escucho como si estuvieran tocando en la calle. No sé lo que será. Un día me levanté escuchando esas cuatro noticas sensibles, les puse una letra inspirándome en un cuento infantil de cuando yo era niño, Juanica y Chan Chan, y ya ves, ahora se canta en todo el mundo".
El cariño que te tengo
Yo no lo puedo negar
Se me sale la babita
Yo no lo puedo evitar
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1 comentario:
Vamo que si, lo de Buena Vista es un pelotazo, tanto el DVD como el cd de canciones. Entre ellos también me cautivó la voz de Ibrahim Ferrer que, salvando las distancias, le pasaba como a Manolo Pareja, un hilillo de voz, pero con una personalidad arrebatadora. Y Bebo es el acompañamiento, lo que muy pocos pianistas, incluso de carrera, llegan a conserguir, están más pendientes de lucirse que lo que es en sí el arte de acompañar.
Buen post primo.
Un abrazo.
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