Ha vuelto el optimismo en torno al lince. Esta conclusión hermosa y general puede extraerse de los últimos datos y de las recientes reuniones de expertos en la materia, en las que se ha llegado a la conclusión de que esta especie acorralada ha dejado de estar ya en peligro crítico de extinción para pasar a estar, simplemente, «amenazada», lo cual es un paso importante para su salvación y futura conservación. Para seguir avanzando sería conveniente también que se vaciara este logro de todo contenido político, de toda utilización partidista, algo que en España equivale a pedir que no amanezca por las mañanas: un absoluto y total imposible. Tanto es así que aún no ha quedado claro –y debe explicarse para conocimiento general– si lo que se liberó en el Coto de Doñana la pasada semana fue un ejemplar de lince ibérico llamado Caribú o un ejemplar de consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía llamado Cinta Castillo. Sea como fuere, el lince, hoy, comienza a estar feliz, y habrá que felicitar, a su vez, a los científicos que han logrado que este animal tan nuestro haya desterrado –esperemos que para siempre– su secular tristeza. Con este trabajo se va consiguiendo, por ejemplo, que el lince deje de ser visto por algunos sectores de la provincia como un freno que impide nuestro desarrollo, como un obstáculo que no nos deja avanzar, como si este hermoso animal fuera el total responsable de que, por ejemplo, las provincias de Huelva y Cádiz no estuvieran unidas por carretera a pesar de su cercanía. Esta histórica carencia ha aportado al lince numerosos enemigos, quienes suelen referirse al animal con el apelativo de «gato», que es como si a nosotros los humanos nos llamaran «monos», que no digo yo no haya algunos por ahí. Es una obviedad decir –pero habrá que recordarlo– que los únicos culpables de que las provincias de Huelva y Cádiz no estén comunicadas por carretera son los responsables políticos, que no han sabido o no han querido hacerlo, vaya usted a saber por qué. No es el lince el que tiene que pensar soluciones para salvar el «obstáculo» de Doñana. Aunque no se crea, ésta es una tarea que compete a las autoridades, en este caso regionales. Que no hayan tenido en todos estos años de reivindicaciones capacidad para solucionar este problema es algo que no puede imputarse al animal. Es evidente que el Coto impone una serie de limitaciones, pero también lo es que los políticos han de buscar soluciones imaginativas a los problemas. El parque de Los Alcornocales también las imponía, lo que no ha impedido que esté atravesado por una reciente autovía perfectamente sostenible. La Junta, con todo, dice ahora que ése no es el modelo. Sería saludable para la especie –humana– que la recobrada felicidad del lince saque también de su tristeza e ineptitud a nuestros próceres regionales.
Publicado en El Mundo Huelva Noticias el 2 de diciembre de 2008.
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3 comentarios:
Tanto el Parque de Doñana como en especial el Lince,han sido,son y serán usados como arma política.No creo que esta especie sea un impedimeto para realizar la carretera,solo habria que buscar una manera d realizarla de forma sostenible y realizándola por la zona del preparque o paraje natural.Solo hay que tener voluntad y no echarle la culpa al lince,pero por alguna razón no interesa.
Estimado Andrés,la carretera de Huelva a Sevilla yá existe.
Saludos cordiales andresito.
Eso es exactamente lo que digo yo.
Lo de la carretera Huelva a Sevilla, evidentenmente, ha sido un error, quería decir Huelva-Cádiz. Gracias por avisar.
Veo que te llevas un cuantioso sobresueldo de Pedro J, porque desde hace tiempo en las publicaciones al blog sólo das patadas a la Junta y la oposición en Huelva, lo cual no me parece mal dado su estado de quietud y conformismo. Eso sí, respecto a los galones políticos, nos de coraje o no, que nos da, es su trabajo. El político no es sino la imagen de un conjunto de trabajadores. Repito, la imagen.
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