El joven y neófito concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Huelva Francisco Baluffo despidió las sesiones plenarias de 2008 llamando «falangistas» a los ediles del PP por no apoyar una moción que pedía la retirada de los símbolos franquistas de la ciudad y el cambio de nombre de algunas calles. Ante el irracional exabrupto, el portavoz popular, Francisco Moro, respondió con otro. «Niñato», le dijo. Es un estrepitoso fracaso que la dictadura siga dividiéndonos de esta forma tan lacerante más de 30 años después de la muerte del dictador. Es –además– una obviedad que algo no se ha hecho bien en un país que no es capaz de cerrar sus heridas y de pasar las páginas de la historia de una manera pacífica, digna y justa. Ya he escrito en alguna ocasión sobre la necesidad de recuperar la memoria de los cientos de miles de fusilados y represaliados y de despojar a las ciudades de los símbolos que recuerdan a un pasado atroz que sumió al país en la oscuridad durante casi 40 años. Ocurre, sin embargo, que ese discurso en manos de personas que únicamente son capaces de andar por la vida según las instrucciones que les dicte el manual del buen progre, sólo puede conducir al absurdo y a situaciones del todo surrealistas. Como la vivida en el último pleno del año en el Ayuntamiento de Huelva, donde el grupo municipal socialista pidió la retirada de la calle que la ciudad hace unos años nominó en memoria del médico Celestino Verdier ¡con los votos a favor del propio grupo municipal socialista! He ahí el absurdo llevado a sus más altas cotas. El bueno de Baluffo, siguiendo al pie de la letra los pasos que marca el manual antes citado, no cayó en la cuenta de que estaba tirando contra sus propios compañeros, antiguos y actuales, ya que algunos de los que hoy se sientan en los escaños socialistas del Consistorio, como José María Benabat, votaron a favor de que una vía de la ciudad llevara el nombre de Celestino Verdier. Siguiendo con las escandalosas contradicciones, habrá que recordar que ahí siguen los símbolos de la dictadura en los edificios de la Comandancia de Marina y de Aduana Nacional, a pesar de que el Ayuntamiento aprobó e inició en 2002 los trámites para su retirada, que depende del Gobierno central como titular de esos inmuebles. Como el PP es «falangista», olvidémonos de la época de Aznar. Zapatero, en cambio, lleva más de cuatro años en el poder, a pesar de lo cual, que sepamos, nada se ha hecho para que esos símbolos se cambien por los constitucionales. Todos ganaríamos si se acabara de una vez por todas con esta historia de falangistas y niñatos.
Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 27 de diciembre de 2008.
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1 comentario:
POLÍTICA = HIPOCRESÍA
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