A Diego Valderas le dio el otro día un ataque filológico-nacionalista que todavía me tiene estupefacto. A la ignorancia de Monserrat Nebrera, el líder de IU respondió con otra al afirmar que el andaluz «tiene la misma categoría» que el catalán, el vasco o el gallego. Que es como decir –mayormente– que el tocino y la velocidad son la misma cosa, cuando ya la ciencia ha demostrado que no. En el espectacular alarde de defensa del andaluz (Vaz de Soto firmó hace muchísimos años un libro básico, Defensa del habla andaluza) producido tras el exabrupto de la política popular se han dicho tonterías del mismo calibre que las afirmadas por Nebrera. La de Valderas tardará años en superarse. No sé quién de los dos hace más daño, si el que ridiculiza algo tan básico como nuestra forma de hablar o el que pone tanto celo en su defensa que la acaba convirtiendo en caricatura del tipo «en mi pueblo es donde se hace la mejor sopa de ajo del mundo». El andaluz no puede estar en la misma categoría que el vasco, el catalán o el gallego precisamente porque pertenecen a distintas categorías lingüísticas. Lo que utilizamos en el sur de España se engloba en la de habla –o hablas, como nos enseñaron maestros como Manuel Alvar o Gregorio Salvador–, mientras que el catalán, el vasco o el gallego se inscriben en la de lengua, en la misma categoría –éstas sí– que el español, el francés o el quechua. Valderas, que tanto defiende las hablas andaluzas, debería empezar por él mismo, predicar con el ejemplo y no avergonzarse por cecear en público. Recuerdo que hace algunos años ceceaba. Ahora, misteriosamente, no, aunque a veces no pueda evitarlo (su pueblo, Bollullos, es ceceante) y le salga un extraño galimatías de eses y zetas provocado ni más ni menos que por su propio empeño en corregirse, como si cecear significara hablar mal. ¿Cómo puede uno defender el andaluz hasta el absurdo extremo de afirmar que es una lengua y, al mismo tiempo, avergonzarse de hablarlo en público? Se puede. He ahí a Valderas, el categórico.
Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 20 de enero de 2008.
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5 comentarios:
Yo lo pude ver en el diario de Canal Sur y ¡vaya disparate!, ¿te quieres creer que me acordé de ti, primo? Jejeje, “como lo coja mi Andrés lo va a prepará..”. No hay que avergonzarse en absoluto del habla andaluza. Recuerdo a Jerónimo de las Heras la que nos daba en la Facultad con este tema, bueno, más bien, lo que nos leía al respecto… De los políticos, el que nunca se avergüenza de ello es Pacheco, aunque algunas veces larga unas “s” de lo más chocante.
Un abrazo.
¿Te acordaste de mí? Jajajajaja. Jerónimo de las Heras es un gran experto en la cuestión. Hay muchos que no se avergüenzan: Felipe González, Alfonso Guerra, Javier Arenas o tantos y tantos otros.
Un abrazo
Una cosa es defenderse del insulto de Monserrat Nebrera y otra es ya ponerse medallas de que yo defiendo el andaluz más que nadie, hasta el punto de decir barbaridades. Muy coherente tu artículo Andrés.
Qué columna más acertada. Me encanta, sobre todo porque compartimos criterio. Es acojonante la cantidad de "perlas! que coje el joío. ¡¡¡Y lo peor de todo es que es de Bollullos!!!, que no es un pueblo ceceante, sino cececeante.
Ya que hablamos de lingüística quizá sería oportuna la siguiente reflexión. Tú afirmas con razón que: “…no puede estar en la misma categoría…” y Valderas, no seré yo quien defienda su proceder en política, se refiere a que “… tiene la misma categoría…”. Creo que al construir esa frase quiere hacer uso de la acepción del término que alude a “de categoría”: aquello que es bueno, elegante o valioso. Observen que utiliza tener y no ser. Al fin y al cabo lo que uno habla es tan bueno, tan elegante y tan valioso como lo que habla cualquier otro, al individuo le es indiferente que su forma de hablar sea un habla o una lengua, para él “tiene la misma categoría”, aunque para el estudio y la ciencia las distintas formas de hablar pertenezcan a distintas categorías lingüísticas. Se le puede reprochar quizá que con expresiones más sencillas su idea habría quedado clara: el andaluz es tan importante como el catalán.
A Nebreda exigimos que ponga en cuestión la forma de hacer política de la ministra y no su forma de hablar. Pongamos en cuestión la forma de hacer política de Valdera, encontraremos perlas mucho más valiosas.
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