martes, 1 de julio de 2008

Márquez Reviriego

A Víctor Márquez Reviriego, el gran cronista parlamentario de los años en que encendieron el interruptor de la democracia, la Universidad de Huelva le entrega hoy su doctorado honoris causa. Cuando a Borges le concedieron el Premio Cervantes, alguien dijo utilizando una boutade muy del maestro argentino que lo que en realidad se entregaba en aquel acto era un Borges al Cervantes. La admiración que siempre he profesado por este periodista ejemplar me ha llevado, sin duda, a acordarme de una anécdota que habla de la grandeza de algunos que han dedicado su vida a la cultura. Víctor Márquez lo ha hecho, rama periodismo y escritura, y ahí está su ingente ejemplo para el que quiera ser inteligente y seguirlo. Este onubense de Castillejos ya ha ganado por su trabajo todo lo ganable en esta profesión volátil y fugaz: Premio Nacional de Periodismo, Premio González Ruano, Premio Espejo de España, Medalla de Andalucía, Medalla de Huelva. Quiere decirse que con sus impagables crónicas parlamentarias desde 1976 a 1981, con su trabajo de redactor jefe en la mítica Triunfo (en la que formó lobby onubense con Gómez Marín y Vaz de Soto), con sus libros de una época apasionante, con sus observaciones en un buen puñado de revistas y periódicos (ahora, en éste), Márquez Reviriego ha ido ganándose un sitio privilegiado en la historia del periodismo español y en la historia misma de España, porque a ella habrá de pertenecer también con justeza quien la cuenta desde la primera fila, cuando aún ni siquiera se tiene conciencia plena de que el devenir de un país está pasando por delante de tus ojos. En este periodista, queda dicho, se ha obrado el extraño milagro de la permanencia. Y digo extraño porque éste es un oficio en el que todo dura lo justo y necesario, es decir, un día. Más allá de las 24 horas todo es tan antiguo y lejano como puede serlo la batalla de las Termópilas. Por ello es tan difícil conseguir una cierta estabilidad y un reconocimiento casi atemporal de los trabajos que van acompañando a un periodista a lo largo de su vida. Si Víctor Márquez lo ha conseguido es porque ha sabido conjugar, a mi entender, varios ingredientes imprescindibles: la curiosidad, la preparación cultural e intelectual y la buena prosa. Los tres obran el milagro que hacen al gran periodista. La Universidad de Huelva pone hoy en su justo sitio a una profesión a través de uno de sus más altos representantes. Márquez Reviriego ha visto hacerse al país que hoy conocemos. Él también contribuyó a que se medio hiciera del todo. De la mejor forma que sabía y sabe. Contándolo.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 1 de julio de 2008.

2 comentarios:

Antonio dijo...

Aunque solo fuera por "Triunfo", tales son las satisfacciones que me ha dado su lectura, yo le daba una pensión vitalicia.

Saludos cordiales.

Bernardo Romero dijo...

De sus crónicas parlamentarias bebíamos algo más que actualidad. Quiere decirse que ahí, en esa fuente, aprendimos algunos a escribir o al menos a saber que se podía tener estilo, narrar de una manera atractiva y además ser serio en los planteamientos. Aquello quedó como una de las joyas de la historia del periodismo español. La Universidad de Huelva, sin lugar a dudas, acaba de obtener el premio Márquez Reviriego en su modalidad de oro de un montón de quilates.