lunes, 10 de marzo de 2008

Valderas, como Felisberto

Felisberto Carrasco, apacible ancianote chileno con 81 años a sus espaldas, se encontró un día con la increíble sorpresa de que su familia y amigos le estaban velando. Esa vieja pesadilla de enterrar vivo a alguien casi se cumple con este buen hombre, que un día se sintió enfermo y su parentela llamó a una funeraria en lugar de avisar a un médico. En medio del velorio, con las plañideras en pleno funcionamiento, Felisberto dijo ‘aquí está el tío’, abrió los ojos y pidió un vaso de agua ante el atónito personal. No se sabe si la familia tenía ya ganas de que el viejo la palmara o si la cosa se precipitó de tal forma que en seguida se vieron todos, sin saber muy bien por qué, velando a un vivo metido en un ataúd, pero el caso es que el muerto estaba como una pera recién arrancada del árbol. A Diego Valderas llevan organizándole el entierro desde hace demasiado tiempo. De hecho, han estado a punto de enterrarle en más de una ocasión tras sonoros barquinazos. La última de ellas, el pasado domingo, día para el que ya se habían encargado todos los avíos que permitieran trasladar a mejor vida al político de Bollullos. Problemas internos, cuestionamientos públicos de su liderazgo, extrañas imposiciones y sonados desencuentros en el seno de su organización hacían presagiar un entierro seguro para el político onubense. Pero cuando más muerto parecía, como el pobre Felisberto, es cuando con más fuerza se ha levantado para comenzar otra vez a andar en plan Lázaro rojo. La noche electoral fue extremadamente dura con IU a nivel nacional, muy injusta diría yo, y no estaba la cosa ni mucho menos para celebraciones, pero Diego Valderas se llevó una intensa satisfacción personal, entre otras cosas porque se veía ya buscando irremediablemente las tablas de la cosa pública. No hubiera sido sostenible que el líder de la formación se quedara de nuevo sin escaño por su provincia en el Parlamento andaluz. Algunos en su partido le obligaron a presentarse por Huelva precisamente por eso: para que se pegara el batacazo definitivo. Que era, precisamente, lo que todo el mundo esperaba. Un tanto ingenuamente, todo sea dicho, porque al final la cosa se ha decidido por 155 votos, que son los que IU ha sacado de más en la provincia con respecto a 2004. Y el caso es que al muerto no lo han resucitado en su pueblo, donde ha bajado en más de 1.000 votos, sino en la capital, en la que ha subido en 600. A Valderas, como a Felisberto, la parentela le dio por muerto mucho antes de tiempo.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 11 de marzo de 2008.

2 comentarios:

Ana Asuero dijo...

Eso me recuerda a la canción de "no estaba muerto, estaba de parranda..." Jeje.

Me ha encantado. Besos.

Bernardo Romero dijo...

A los socialistas les ha salvado la campana. Entre el desastre de los andalucistas, que ya no pueden caer más bajos porque están en el suelo - ideológico, desde luego, desde antes de nacer, que son pura roña decinónica pero de este siglo, que tiene más inri - y entre el voto que se les podía haber ido, sobre todo en Andalucía, a opciones de izquierda como la de IU, podrían haber perdido bastantes votos, pero héteme aquí que a la mafia etarra le da por cargarse a un militante socialista la víspera, con las distancias a la cita electoral perfectamente medida, y lo hacen además en un pueblo en el que gobiernan con IU. Todo medido, como siempre. Al PSOE le ha llegado in extremis el voto de la debacle nacionalista, del casposeo decimonónico que comentaba antes, de Esquerra, del PNV o de esa cosa rara que era CA, la heredera del estrambote que fue (D.E. P.) el PSA. Pero sobre todo le ha llegado el voto´¿útil? de IU, un partido que se ha suicidado en España, por mucho que el avance previsto en Andalucía y que se ha quedado en un "virgencita, virgencita que me quede como estoy" esté disimulando lo que en realidad ha ocurrido.
Al final, subieron en el parlamento de Madrid y, cosas de la vida, han mantenido casi justa la mayoría absoluta en el cortijo andaluz. Cuatro años más de lo mismo. Desde luego, sólo nos queda el Chikilicuatre para alegrarnos la semana. Agur