miércoles, 12 de diciembre de 2007

Una tradición americana

Los exabruptos, extravagancias, salidas de tono y excentricidades a las que ya nos tiene acostumbrados el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, no son elementos nuevos en Latinoamérica, sino que hunden sus raíces en una larga tradición (heredada de España y su conolización) de militares metidos a políticos que se significaron por su crudeza y por las más altas rarezas y por los más extraños actos. Ejemplos hay muchos, pero basta con unos cuantos, absolutamente verídicos, aunque pueda parecer lo contrario:

Mariano Melgarejo, presidente de Bolivia desde 1864 a 1871, político y, por supuesto, militar. Ordenó fusilar a su uniforme porque le apretaba el cuello de la camisa.


Manuel Isidoro Belzu, presidente de Bolivia desde 1848 hasta 1855, también militar y político. Protagonizó uno de los más pintorescos episodios de la historia boliviana a raíz de un incidente surgido por el encarcelamiento de un comerciante norteamericano, que provocó la intervención del embajador de Gran Bretaña. El diplomático fue fulminantemente expulsado del país, pero montado en un burro del revés, hasta la frontera. Este incidente provocó la ira inglesa y de la Reina Victoria, quien literalmente borró a Bolivia del mapa y dijo: "A partir de hoy Bolivia no existe para el imperio británico".


Antonio López de Santa Anna, presidente de México en 11 ocasiones entre los años 1833 y 1855, militar y político. En 1838 se enfrentó contra Francia en la llamada Guerra de los Pasteles, en unas de cuyas batallas perdió la pierna izquierda. Ordenó funerales con todos los honores para su miembro amputado. Es la primera vez que un hombre asiste a su propio entierro.

1 comentario:

Ana Asuero dijo...

Me has dejado con la boca abierta querido Andrés.

Increíble pero tristemente cierto.

Besos.