El bochornoso espectáculo que nuestros políticos –no las toquéis ya más, que así son las criaturas– están dando en torno a Juan Ramón Jiménez no hace sino ponernos a los onubenses ante un espejo que ofrece una imagen real y lamentable: Nunca estaremos unidos por nada y para nada. Y así nos va. Si la indiscutible calidad del poeta moguereño, si su ingente legado en la poesía española, si su reconocimiento internacional no es capaz de hacernos caminar juntos, nada tendrá nunca el poder de hacerlo. Ahí estamos viendo estos días el nombre de JRJ enmierdado hasta las trancas de la porquería que se lanzan nuestros próceres unos a otros. Vivimos en una provincia –en un país, en definitiva– en el que se politizan hasta los amaneceres, y no se iba a dejar de usar como arma partidista a uno de los poetas que mejor los ha cantado, que casualmente nació en Moguer, forjó una obra poética de primerísimo nivel y le concedieron un Nobel a pesar de los intentos en contra del régimen franquista. Quiere decirse que uno de los pocos símbolos de unión tangibles que tenemos los onubenses –más allá del Descubrimiento– nos ha servido justamente de lo contrario, esto es, de enfrentamiento abierto entre la Diputación, gobernada por el PSOE, y el Ayuntamiento de Moguer, comandado por el PP, por un quítame allá unas presidencias en actos y congresos. Es interesante comprobar el sentido de la cultura y de la responsabilidad que se gastan algunos. Lo hemos visto en el reciente congreso que sobre JRJ se ha celebrado en Nueva York, que ha parecido más bien un congreso sobre la presidenta de la Diputación, a tenor de las innumerables fotos de Petronila Guerrero que durante la celebración del cónclave nos hacían llegar a los medios de comunicación onubenses y andaluces. Por supuesto que es de aplaudir la iniciativa. Por supuesto que la cita ha congregado a especialistas de primer nivel. Nadie duda de su utilidad. ¿Pero era necesaria semejante orgía propagandística? Nuestros líderes vienen a resumir su existencia como lo hacía Guerrita cuando era dueño del escalafón taurino a finales del XIX: «Después de mí, naide; y después de naide, Fuentes». Cambien, en nuestro caso, Fuentes por JRJ mismamente y ya tendrán la solución a un comportamiento que raya con lo obsceno y que espantaría sin duda al poeta, que no podría volver hoy a su pueblo sin que unos y otros tiraran a la vez de sus brazos. Acabaría partido por la mitad. Pero acabar partiendo algo por la mitad es un comportamiento muy onubense. Muy de nuestra tierra. Tanto, que seguimos a la cola. También, y sobre todo, en la defensa de los nuestros.
Publicado en El Mundo Huelva Noticias el 7 de octubre de 2008.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Pues no me había enterado de ningún enfrentamiento.
Todo lo que se haga por recordar su obra es poco.
Saludos Andrés.
Ojú Luz de Gas, a ver si leemos un poquito la prensa. Aunque a decir verdad, mejor no leer nada, porque para lo que hay que leer. En cuanto al espectáculo que la estulticia política que nos gobierna está dando, es algo que escapa ya a la prudencia y sólo se puede contestar desde el chiste zafio o desde el insulto más grosero. En fin, que les den mucho por culo a esta pandilla de vividores endiosados que tenemos por representantes nuestros, de todos, y por lo tanto de la media, es decir de la mediocridad, en las instituciones. Es lo que hay. Un abrazo, don Andrés. Y paciencia.
Sr. Romero:
No dudo que existan torpezas y egoísmos en nuestros políticos ¿Y en cuáles no? ¿Acaso en otros países no es así? ¿No recuerdas las lágrimas de Bush hablando del 11-S? ¿O las fotos de familia en toda cumbre internacional?
Por ser justos, nosotros somos los forjadores de un sistema democrático en el sale capitán quien más y mejor sale en los medios. Habría que analizar la cultura de la tele, radio y prensa, y lo que incide en nuestra sociedad. Al caso, no creo que los pólíticos sean unos vividores, pero que les toleramos el "posesionismo" de los acontecimientos como el referido por Marín Cejudo, SÍ.
Publicar un comentario