Veo en la cópula frenética del lince ibérico en Doñana –hasta 80 veces en dos días– una suerte de misterioso homenaje al sabio barbudo del que ahora celebramos los 200 años de su nacimiento y los 150 de la publicación de su libro-bomba, El origen de las especies. Darwin, que iba para cura, tardó mucho tiempo en publicar su rompedor estudio, seriamente acongojado por su repercusión. «Me siento como un hombre a punto de confesar un crimen», le escribió a un amigo. El caso es que el viejo naturalista lazó su misil y ya nada fue igual. En la Biología, claro, porque, a pesar de las contundentes evidencias, de Dios no se borró nadie. Muy al contrario. Hoy, un siglo y medio después, sólo el fundamentalismo pone en duda las teorías de Darwin. Uno de los principales focos de rechazo radica en Estados Unidos, con su anterior presidente a la cabeza. El creacionismo o el llamado diseño inteligente no son más que intentos de conjugar ciencia y religión. Pero es imposible. Son como el agua y el aceite. Es decir, Darwin y Dios son incompatibles, pero curiosamente los dos son ampliamente aceptados, incluso por las mismas personas. El viejo sabio acabó sus días abrazado al agnosticismo: «El agnosticismo es una descripción más correcta de mi postura», dijo. Yo también me encuentro cómodo en ese concepto, por el que uno se declara inaccesible al conocimiento de lo divino. Pero eso importa bien poco. La mayoría de la humanidad cree en un Dios. Este diario publicó el domingo una interesantísima entrevista con el biólogo de Oxford Richard Dawkins, en la que afirmó que después de Darwin la hipótesis de un ser superior que ha diseñado el mundo deja de sostenerse. Y añade: «Si uno cree en Dios, debe hacerlo por otros motivos, pero no porque lo necesite para explicar el mundo». El lince copulador de Doñana no necesita explicarse el mundo para saber lo que tiene que hacer, que no es otra cosa que perpetuar su especie. El viejo barbudo ya lo dijo hace 150 años. Pensó que iba a cambiar el mundo y sus creencias. Se equivocó. A pesar de las evidencias.
Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 13 de febrero de 2009.
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1 comentario:
80 cópulas en dos días supone aproximadamente 40 en un sólo día.
40 cópulas en un día supone un promedio de 1´6 cópulas por cada hora.
1´6 cópulas por cada hora siginifica que tiene una frecuencia de una cópula cada 37´5 minutos.
Y ahora bien, si tiene que encontrar la hembra entre el matorral, pelearse con otros machos por ella, cortejarla, cazar comida para ella comida, comer, miccionar, defecar, y esperar a que a la hembrita no le duela la cabeza... ¿Me puede decir alguien cuanto dura la cópula del gatito? ¿No os dais cuenta de que Darwin y Dios al lado de este dato no significan nada?
Es lo que tiene leer algo así con la calculadora a mi alcance.
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