miércoles, 23 de abril de 2008

Rumor y tumulto

Vivimos días de rumores y tumultos, de bulos y altercados, de leyendas y turbas enfurecidas. A la masa –es obvio decirlo– nunca le asiste la razón, porque no piensa, sino que actúa movida por el instinto, ese extraño mecanismo que también hace, por ejemplo, que las bandadas de los pájaros se muevan con asombrosa e inquietante perfección. Los rumores son la gasolina ideal para las masas, la chispa necesaria para que todo arda. Huelva ha sido durante varias semanas un gran escenario para la proliferación de chismes y patrañas en torno a un asunto, el de Mari Luz, cuyo espanto ha encendido las iras hasta echar a la gente a la calle para borrar del mapa onubense a cualquier Del Valle viviente, sea bueno o malo, haya ayudado a la Policía o no, tenga algo que ver con el monstruo o no. Pero la masa, ya digo, no piensa. Lo hemos visto ahora en la terrible tragedia del incendio de Écija, donde la turbamulta ha dirigido su furia contra un colectivo tan lleno de héroes anónimos como el de bomberos. El rumor (otra vez) que afirma que llegaron muy tarde y con parsimonia ha llevado a situaciones espeluznantes, como la de la madre de uno de los jóvenes muertos en el interior de la vivienda, que preguntaba voz en grito ante las cámaras de televisión que qué habían hecho los bomberos con su hijo. No existe fuerza que pueda contra un pueblo que murmura, y para el pueblo los culpables son ya los bomberos. Vox populi, vox Dei. Intuyo que en Huelva todavía nos quedan por vivir días difíciles, como aquel de la puerta de la Audiencia Provincial con la llegada del presunto asesino y su hermana, o aquella noche en la que se intentó linchar al hermano del pederasta, Curro. Los rumores lo situaban sin discusión como encubridor de Santiago, pero los hechos lo colocaban en el lugar opuesto, esto es, como colaborador policial, según se había dicho ya varias veces y luego confirmó el subdelegado del gobierno. El pueblo, claro, eligió el rumor y se convirtió en turba para intentar su particular noche de cuchillos largos, su Ley del Talión. Y digo que quedan días difíciles porque pronto llegará un elemento más de tensión con la suerte que finalmente correrá la mujer de Santiago del Valle, para quien la Fiscalía no encuentra por ahora indicios sólidos para su imputación en el caso, algo que puede terminar con esta señora en la calle. Otra bomba de relojería alimentada por los rumores. Otro escenario propicio para el tumulto. La verdad, como en las guerras, es la primera víctima de la justicia popular.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 22 de abril de 2008.

1 comentario:

Juan Duque Oliva dijo...

Una película: "La jauría humana"