martes, 29 de julio de 2008

Cultura y toros

El portón de La Merced lo abre hoy el responsable –quizá– de las más hermosas y estudiadas páginas dedicadas en nuestro país a la fiesta de los toros y a su singularísima vinculación –como parte integrante– al mundo de la cultura, Andrés Amorós. Los toros son cultura y arte como lo es la luz de Velázquez o la Giralda de la catedral de Sevilla. O sea, plenamente y con rotundidad. El pregonero que inaugura esta noche las Colombinas ha dedicado su vida al noble empeño de las letras y, en buena medida, a la estrecha relación de éstas con la tauromaquia. La conclusión a la que ha llegado está en sus libros imprescindibles ya hoy para el aficionado que quiera acercarse a este mundo de un modo contrario a lo superficial y lo meramente social, que es lastimosamente lo que hoy domina en la fiesta de los toros. Escritores ante la fiesta, Lenguaje taurino y sociedad, Toros y cultura y Toros, cultura y lenguaje son títulos a los que recurrir cuando el ambiente taurino se hace demasiado agobiante de señoronas y señoritos ávidos por lucir el palmito y de paso su ignorancia ante un espectáculo artístico que están muy lejos de poder comprender. Y lo están, entre otras cosas, porque éste es un arte complejo para cuyo completo disfrute son necesarias unas claves en ocasiones muy alejadas de la gran masa que llena las plazas. Andrés Amorós lleva años buscándolas y ofreciéndolas a sus lectores. Ahora nos acaba de regalar una biografía del maestro Luis Miguel Dominguín, El número uno, en la que, con su sencillez extraordinaria, vuelve a demostrar su sabia erudición tan en la línea de Ortega y Gasset, que entre otras muchas cosas fue el impulsor de las más vasta obra que se haya hecho jamás sobre la tauromaquia, Los Toros. Tratado técnico e histórico, conocido como El Cossío en referencia al apellido de su autor. Que Andrés Amorós es un dignísimo heredero de Ortega y de su camino abierto en el que se funden toros y cultura como una misma cosa lo volveremos a comprobar hoy en el patio de la Escuela de Arte León Ortega. Para llegar hasta aquí, Amorós ha recorrido una amplísima trayectoria de vinculación al mundo de la literatura y al teatro. Muchos le recordamos como el autor de la edición de Cátedra que nos guió por el intrincado y hermoso laberinto de la Rayuela de Cortázar. De tanto estudiar la creación literaria y teatral, Amorós conoce a la perfección el mundo de los toros. Porque un lance no deja de ser una obra creativa de alma, inspiración y técnica. Como un buen libro.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 29 de julio de 2008.

lunes, 28 de julio de 2008

¡Salud!

El hecho de que la Delegación Provincial de Salud haya gastado casi 3.000 euros en la copa de vino tras la toma de posesión de la nueva delegada del ramo en Huelva, María José Rico, no deja más que una cosa en evidencia: que la sociedad va por un lado y la Administración por otro muy distinto. Y otro más grave aún: que la Administración no hace lo que nos pide a los ciudadanos que hagamos, esto es, apretarnos el cinturón en tiempos de crisis. A muchos, el casi medio millón de pesetas que nos costó a los andaluces el catering de despedida de José Ramón Pozuelo les parecerá una minucia. Una absoluta idiotez. A mí me parece un verdadero despilfarro, sobre todo viniendo de donde viene el dinero, o sea, la Consejería de Salud, responsable directa del Servicio Andaluz de Salud (SAS), probablemente el sistema sanitario más deficitario y con más problemas económicos de cuantos hay en España. No hay más que conocer un poco los hospitales andaluces para comprobar que el principal problema de todos ellos es la saturación de trabajo por falta de profesionales, que no pueden contratarse por la sencilla razón de que no hay dinero. Ya sé –hasta ahí llego– que las partidas presupuestarias de donde salen las cervezas y los vinos de bienvenida para la nueva jefa de la cosa no son las mismas con las que se pagan las guardias de los médicos en verano. El asunto del catering no es más que un síntoma. Una prueba evidente de que la Administración despilfarra cuando quiere y le apetece despilfarrar. Lo que sería ideal es que despilfarrara también en los tan necesarios contratos de médicos, enfermeros y celadores que deben hacerse para –sobre todo en verano– paliar las deficiencias de un sistema que funciona precisamente por el buen hacer de unos profesionales que han de aguantar tanto o más que los propios pacientes. Ya lo dijo claramente el presidente del Colegio de Médicos de Huelva, Juan Luis González: «El SAS es improvisación, improvisación e improvisación». Lo que nos preguntamos los usuarios de la sanidad pública andaluza es cuándo se va a acabar esa maldita improvisación. Quizá cuando se acabe también el despilfarro de una administración que parece no entender que gastar 2.700 euros en una copa de vino tras una toma de posesión es un asunto totalmente innecesario. El ministro Miguel Sebastián ya ha prohibido este tipo de celebraciones en su Ministerio. Sus colegas onubenses de partido, como Bono, le habrán mandado una corbata. Y una botella de buen vino de la tierra. Para que sonría y brinde por la desaparición de los malos rollos agoreros. ¡Salud!

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 28 de julio de 2008.

martes, 22 de julio de 2008

Luciano alega (a favor)

Luciano Gómez –el azote del ecologismo provincial, nacional e internacional desde su tribuna de la UGT– se ha subido al carro del oleoducto, como a tantos otros. Y está bien que lo haga. Si él cree que este proyecto va a ser beneficioso para los intereses de la provincia de Huelva, es razonable que salga a defenderlo a capa y espada si hiciera falta. Y si el promotor del proyecto es el empresario amigo del partido amigo del sindicato amigo, pues mejor que mejor. Lo que ha resultado un tanto surrealista es la manera de hacerlo. A Luciano le puede el demasiado celo que pone en las cosas que hace. Porque a ver cómo se explica el asunto éste de tener la ocurrencia de presentar alegaciones a favor del oleoducto del Grupo Gallardo. ¡A favor! ¿Cómo alega uno a favor de algo para lo que hay abierto un plazo de alegaciones? Este misterio asombroso lo resolvió el otro día Luciano de un plumazo: llamó a los medios y se plantó en las puertas de las dependencias del Gobierno en Huelva blandiendo un taco de folios en el que iban escritas 14 alegaciones a favor del oleoducto. ¿Y si está a favor, para qué diablos alegar vía administrativa? Porque Luciano es así, y no aguanta sentado ni un minuto mientras los ecologistas estén lanzando por ahí sus infundios y sus rotundas falsedades. La imagen del desfile de gentes, grupos varios y partidos políticos que han ido presentando alegaciones (decir en contra, en estos casos, resulta una redundancia) al proyecto del oleoducto ha podido con Luciano, que no ha dudado ni un minuto en sumarse a la fila, pero al revés. O sea, alegando a favor. Las alegaciones públicas que se abren cuando se presenta un proyecto de estas características tienen como objetivo corregir las posibles deficiencias o ilegalidades que pudieran encerrar el plan inicial. ¿Tiene algún sentido, entonces, presentar alegaciones a favor? Ninguno. Luciano cree que el oleoducto aplica «las mejores técnicas», que «satisface una demanda de empleo», que «potencia al Puerto de Huelva» y que creará en la provincia «mil puestos de trabajo». ¿Qué carajo –con perdón– es lo que ha alegado Luciano, entonces, si está de acuerdo con el proyecto al cien por cien? Nada, evidentemente. Pero ahí estaba el otro día, ufano, con sus alegaciones a favor, sabiéndose uno de los pocos guardianes puros de la industria, venga ésta de donde venga, éste donde esté. Qué tipo, Luciano. La boutade de alegar a favor no es más que un síntoma evidente de lo hondo que cala en esta ciudad el debate de la industria y el ecologismo. Tan hondo, que algunos no dudan en hacer disparates con tal de lanzar su mensaje.

Publicado en El Mundo Huelva Noticias el 22 de julio de 2008.

martes, 15 de julio de 2008

Progreso

Como me supongo un hombre de mi tiempo, me supongo –también– a favor del progreso. Vivir es avanzar, aunque yo añadiría que irremediablemente. No sé, con todo, hasta qué punto pueden sostenerse afirmaciones como la de Pessoa, quien creía que el binomio de Newton encierra tanta belleza como la Dama de Elche. O la del futurista italiano Marinetti, que veía –allá por las vanguardias de principios del siglo XX– más hermoso un automóvil en movimiento que la Victoria de Samotracia. La vida cambia a un ritmo tan vertiginoso que ni siquiera sabemos a ciencia cierta cuál será el aspecto físico que tendremos los humanos dentro de apenas mil añitos de nada, como bien se encargó de recordarnos ayer un sabio tan descomunal como el biólogo almeriense Ginés Morata. El ser humano progresa más que nunca porque el ser humano así lo quiere. Sin más. Ni menos. Adónde nos llevará el imparable avance de las cosas es un misterio encerrado en un enigma. Pura ciencia ficción.

***

Esto del progreso y la belleza puede comprobarse –a escala infinitesimal, claro, porque los humanos somos infinitesimales– en la cotidianidad de la vida diaria, que es donde se percibe que las cosas que a uno le rodean empiezan a ser ya irremediablemente diferentes a como las había conocido. Ahí está, por ejemplo, la vertiginosa expansión que en los últimos años ha sufrido –o gozado, según se mire– Punta Umbría, un enclave que a fuerza de hoteles y avances va perdiendo sin posibilidad de recuperarlo el aire familiar y de tiempo detenido que a tantas personas ha venido atrapando desde que los ingleses plantaran allí sus reales para desintoxicarse de los aires sulfurosos de la mina. En la vieja carretera, frente a la maravilla de Los Enebrales, han crecido como setas urbanizaciones y hoteles que han cambiado para siempre la fisonomía de la antigua localidad de recreo para convertirla en un punto turístico al que se supone que la gente acudirá en masa. Nunca imaginé que en Punta Umbría habría un multicines y un centro comercial, pero ahí está, lleno hasta las trancas de personas que no se sabe por qué extraña razón huyen de sus grandes ciudades atestadas de centros comerciales para acabar metidos en otro centro comercial que han construido a 50 metros de una playa hermosísima –el Calé– hace unos años medio desierta y hoy abarrotada de sombrillas deseosas de volver cuanto antes de nuevo al centro comercial. Qué quieren que les diga. Si esto es el progreso, me quedo con la Dama de Elche. De todas, todas.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 15 de julio de 2008.

martes, 8 de julio de 2008

El enemigo equivocado

Las gentes que tan comprensivamente piden que se haga justicia tras el terrible despropósito del caso Mari Luz se han equivocado de enemigo. Desde luego, no es el juez Rafael Tirado contra el que deben encauzar su lógica ira. Ni mucho menos. No sé hasta qué punto este magistrado que no ejecutó una sentencia contra el presunto asesino de la pequeña es una víctima más de un sistema obsoleto y podrido hasta el tuétano por obra y gracia de una bacteria llamada saturación. No lo sé, ya digo. Es el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) el que debe determinar hasta qué punto este señor es negligente o sufriente de un sistema que está muy lejos de acercarse a ser siquiera aceptable. Pero de un tiempo a esta parte me perecen ciertamente excesivas algunas de las cosas que se están diciendo sobre el juez Tirado. Las últimas tal que ayer, en una manifestación en los juzgados del Prado en Sevilla. Los allí presentes gritaron lindezas como ésta: «Juez Tirado, asesino de Mari Luz». El padre de la niña, Juan José Cortés, que siempre suele poner cordura en este asunto, no la puso esta vez: «Tiene el mismo sentimiento de no culpa que los pederastas», dijo sobre el magistrado. No sé si es necesario decir que el único culpable de un asesinato es la persona que lo comete (a no ser que se lo manden, que no es el caso). Tampoco sé hasta dónde es capaz de llevar la desesperación –que es mucha– a un padre que ha perdido a su hija a manos de un criminal que debía estar en la cárcel. Supongo que a muy lejos. Pero, repito, creo que se ha confundido la puerta a la que golpear, que no debe ser la del juez Tirado, sino la de las instituciones, que son las que tienen los instrumentos para evitar que casos como éste puedan volver a producirse. Juan José Cortés ya ha llamado a ellas. Zapatero se las abrió. El ministro de Justicia, Fernández Bermejo, se las abrió. Chaves se las abrió. El CGPJ se las abrió. Y todos andan tranquilos porque un día le abrieron sus puertas al padre de Mari Luz, le dijeron palabras bonitas y le prometieron soluciones aún más hermosas. Pero están tranquilos, sobre todo, porque la ira de la familia y de parte de la sociedad se ha encauzado hacia un cabeza de turco, el juez Tirado, que no es más culpable que unas administraciones que no terminan de reformar un sistema que no funciona como debiera no se sabe todavía por qué razón. O, en palabras del juez Emilio Calatayud, «porque no interesa que funcione bien». ¿Tiene alguien otra explicación ante lo secular y surrealista de la situación? Si es así, que dé un paso al frente y la diga rápido, porque a este paso nos vamos a quedar sin puertas que derribar. Equivocadas, por supuesto.

Publicado en El Mundo Huelva Noticias el 8 de julio de 2008.

martes, 1 de julio de 2008

Márquez Reviriego

A Víctor Márquez Reviriego, el gran cronista parlamentario de los años en que encendieron el interruptor de la democracia, la Universidad de Huelva le entrega hoy su doctorado honoris causa. Cuando a Borges le concedieron el Premio Cervantes, alguien dijo utilizando una boutade muy del maestro argentino que lo que en realidad se entregaba en aquel acto era un Borges al Cervantes. La admiración que siempre he profesado por este periodista ejemplar me ha llevado, sin duda, a acordarme de una anécdota que habla de la grandeza de algunos que han dedicado su vida a la cultura. Víctor Márquez lo ha hecho, rama periodismo y escritura, y ahí está su ingente ejemplo para el que quiera ser inteligente y seguirlo. Este onubense de Castillejos ya ha ganado por su trabajo todo lo ganable en esta profesión volátil y fugaz: Premio Nacional de Periodismo, Premio González Ruano, Premio Espejo de España, Medalla de Andalucía, Medalla de Huelva. Quiere decirse que con sus impagables crónicas parlamentarias desde 1976 a 1981, con su trabajo de redactor jefe en la mítica Triunfo (en la que formó lobby onubense con Gómez Marín y Vaz de Soto), con sus libros de una época apasionante, con sus observaciones en un buen puñado de revistas y periódicos (ahora, en éste), Márquez Reviriego ha ido ganándose un sitio privilegiado en la historia del periodismo español y en la historia misma de España, porque a ella habrá de pertenecer también con justeza quien la cuenta desde la primera fila, cuando aún ni siquiera se tiene conciencia plena de que el devenir de un país está pasando por delante de tus ojos. En este periodista, queda dicho, se ha obrado el extraño milagro de la permanencia. Y digo extraño porque éste es un oficio en el que todo dura lo justo y necesario, es decir, un día. Más allá de las 24 horas todo es tan antiguo y lejano como puede serlo la batalla de las Termópilas. Por ello es tan difícil conseguir una cierta estabilidad y un reconocimiento casi atemporal de los trabajos que van acompañando a un periodista a lo largo de su vida. Si Víctor Márquez lo ha conseguido es porque ha sabido conjugar, a mi entender, varios ingredientes imprescindibles: la curiosidad, la preparación cultural e intelectual y la buena prosa. Los tres obran el milagro que hacen al gran periodista. La Universidad de Huelva pone hoy en su justo sitio a una profesión a través de uno de sus más altos representantes. Márquez Reviriego ha visto hacerse al país que hoy conocemos. Él también contribuyó a que se medio hiciera del todo. De la mejor forma que sabía y sabe. Contándolo.

Publicado en El Mundo-Huelva Noticias el 1 de julio de 2008.